Un estudiante requiere de una visión clara o agudeza visual. Pero, para el proceso de aprendizaje, tener visión 20/20 no es suficiente. Necesita una buena función visual.
Es muy común para un maestro referir a su estudiante a una evaluación visual cuando observa ciertas conductas. También es común que un padre o madre entienda que su hijo necesita ser evaluado basándose en sus observaciones del menor. En Puerto Rico, contamos con la Ley 296 del 1 de septiembre del 2000, según enmendada, conocida como la Ley de Conservación de la Salud de Niños y Adolescentes de Puerto Rico. Esta ley establece que todo estudiante en Puerto Rico debe recibir una evaluación física antes de empezar el año académico. Dentro de estas evaluaciones, debe existir una evaluación visual. El estudiante también debe recibir un cernimiento de salud mental; esto para identificar qué tipo de ayudas debe recibir este para facilitar su aprendizaje durante el año escolar. El éxito de su aprendizaje dependerá grandemente de su sistema visual.
El sistema visual procesa cerca del 80% de la información que recibimos del ambiente…
Al iniciarse en nuestro sistema escolar, el niño tendrá que poner en práctica muchas destrezas que ha estado aprendiendo y desarrollando antes de llegar a la escuela. Por ejemplo, en términos sociales, él niño debe tener cierto nivel de independencia y compañerismo con otras personas, destrezas que ha estado aprendiendo en su entorno familiar. Con relación a lo visual, empezará a utilizar la habilidad de fijación, memoria visual y habilidades oculomotoras, las cuales ha estado ejercitando durante el juego y la interacción diaria. La vida escolar exige que las destrezas visuales de un estudiante sean precisas, rápidas y flexibles. El estudiante se enfrentará a tareas que requieren concentración visual, flexibilidad de enfoque y precisión de movimientos oculares para fijar letras y objetos de diferentes tamaños con suficiente precisión como para poderlos describir, dibujar, copiar, memorizar.
Por lo tanto, un estudiante requiere de una visión clara, que es lo que conocemos como agudeza visual y es una de las cosas que se determina cuando acudimos a una oficina de cuidado visual primario y nos dicen, su visión es 20/20. Es de conocimiento general, que tener tal resultado es positivo e ideal. Sin embargo, para el proceso de aprendizaje, tener visión 20/20 no es suficiente. Ya que el sistema visual hace mucho más que alcanzar una agudeza visual clara, también envuelve movimientos de precisión, flexibilidad, memoria, rapidez y muchas otras habilidades oculares las cuales se conocen como función visual.
A través de este artículo, revisaremos los conceptos básicos que componen la función visual de un menor saludable y cómo esta interviene en el aprendizaje. Nos limitaremos a explicar la función visual en ausencia de enfermedades o condiciones de salud, ya que la misma se ve afectada por las anteriores.
Etapa preescolar
Durante la etapa preescolar, entre las edades de 2 a 4 años, la agudeza visual, (lo cual definimos anteriormente como claridad de visión) de un menor puede estar aun en 20/40 o 20/30, siendo 20/30 menos visión que un 20/20 y 20/40 menos visión que un 20/30. En esa etapa, el menor no ha alcanzado la claridad de visión del 20/20. Lo interesante es que aún no lo necesita. El mundo de un menor durante esta etapa está compuesto o debería estar compuesto de objetos grandes, de lento movimiento y que requieran poca flexibilidad visual. Digo que debería estar compuesto, ya que debido a los cambios sociales y tecnológicos encontramos pequeños de 2 y 3 años jugando juegos electrónicos en dispositivos pequeños como teléfonos celulares o tabletas, actividad que está en completo desacuerdo con el desarrollo visual. Esto sin mencionar el daño ocular que provoca la radiación de luces azules emitidas por estos dispositivos.
Los movimientos oculares durante la etapa preescolar tienden a ser lentos e imprecisos. Los músculos oculomotores aun no alcanzan su máxima fortaleza. Por lo tanto, también es común observar pequeñas desviaciones oculares durante este periodo. El juego con objetos grandes es sumamente importante durante esta etapa ya que permitirá al sistema oculomotor adquirir fortaleza y trabajar con la precisión.
El menor también está desarrollando su memoria visual durante este periodo, habilidad muy importante en el aprendizaje porque es lo que le va a permitir aprender a leer y a escribir, ya que el niño recordará las formas que ve y podrá intentar imitarlas. Esta habilidad se empieza a desarrollar desde que el niño empieza a interactuar con su cuidador. En el momento en que reconoce la cara o la forma de la persona que lo cuida, este proceso habrá empezado. Es un proceso de aprendizaje continuo y el desarrollo de memoria visual se hace más rápido según pasa el tiempo. Por ejemplo: un pequeño de dos o tres años es visitado en su casa por un primo que no frecuenta la casa. Pasan el día jugando; llegada la tarde, el primo se va. Transcurren tres meses y los menores vuelven a encontrarse. Al principio, toma tiempo la interacción. El cuidador nota que el menor no conoce a su primo y le dice: “Míralo bien, ese es tu primo, que jugó contigo en casa”. En ese momento, el menor sonríe; viene a su memoria la imagen del juego y la de su primo. La memoria visual continúa su desarrollo.
Un niño con problemas de memoria visual tendrá dificultad leyendo y tomando dictados. Sin embargo, será bueno copiando y contestando pareos de letras y números. Muchas veces los maestros se preguntarán qué le pasa al menor. La respuesta es: necesita mejorar su memoria visual para que pueda recordar lo que ve e imitarlo. No se puede imitar lo que no se recuerda.
Durante la etapa preescolar, las destrezas de función visual están todas en desarrollo. Buscamos que la agudeza visual esté dentro de lo esperado. A esta edad, aunque el menor reporte 20/30 o 20/40, usualmente no se recomiendan espejuelos a menos que exista otra razón de peso, como estrabismo o una agudeza visual demasiado baja. Lo que hacemos es esperar a que el sistema visual madure, ya que la demanda visual del menor no amerita una agudeza estricta de 20/20 y reconocemos el proceso natural de maduración del sistema visual. Cabe mencionar que hay menores que alcanzan un 20/20 a este nivel, aunque no es lo usual. La recomendación es evaluar al menor una vez al año para seguir el proceso de entronización, que es como se conoce al proceso de alcanzar el 20/20. En la mayoría de los casos, el menor llega a 20/20 cerca de los siete años. Si no lo logra, entonces recomendamos la corrección con espejuelos.
Etapa escolar
Esta etapa es sumamente larga, así que la dividiremos por niveles. Utilizaremos los mismos niveles escolares de nuestro sistema: elemental, intermedio y superior.
Etapa escolar elemental
Durante esta etapa, la demanda visual aumenta, el maestro empieza a trabajar destrezas motoras finas y el sistema visual del estudiante se pondrá a prueba. Empieza la lectoescritura de manera formal. El estudiante debe tener la capacidad de copiar, imitando las formas que se le presentan. También se le requiere ser rápido en esta destreza de copiar.
Para poder copiar, el estudiante debe tener una agudeza visual aceptable. El estudiante debe tener entre 6 y 7 años cuando empiece el nivel elemental. Preferiblemente, debe tener 7 años. A la edad de 7 años, la coordinación oculomotora, (cómo los dos ojos trabajan juntos coordinadamente), alcanza su desarrollo completo, especialmente los movimientos de convergencia, que son movimientos de ambos ojos hacia la nariz. Estos movimientos se utilizan para observar objetos de cerca y van acompañados de la acomodación o enfoque.
Para leer y escribir, tanto la coordinación oculomotora como la acomodación (enfoque) son vitales. Veamos el siguiente escenario: El estudiante deberá observar la pizarra, luego mirar su libreta y ejecutar su tarea. Expresemos lo anterior en términos visuales: el estudiante deberá observar la pizarra (mover coordinadamente sus ojos en divergencia, que son movimientos de ambos ojos hacia la oreja, que se utilizan para mirar a distancia), luego mirar la libreta (hacer un cambio a movimientos de convergencia) y ejecutar su tarea (enfocar y utilizar su coordinación ojo-mano para ejecutar).
Como vemos, la función visual está definiendo cada paso del proceso de aprendizaje de un estudiante. Por lo tanto, cuando un estudiante presenta dificultades ejecutando es sumamente importante solicitar un examen de función visual. Como vimos anteriormente, un examen regular no ausculta estas áreas visuales. Por tal motivo, es necesario referir al estudiante a un optómetra especializado en función visual.
Bajo nuestro concepto social actual muy pocos niños empiezan el nivel elemental a los 7 años; usualmente empiezan antes. Esto precipita al estudiante a utilizar unas destrezas que naturalmente su sistema visual no tiene listas todavía. Muchos estudiantes empiezan la escuela a los 5, se les pone un lápiz en la mano y se les empieza a enseñar letras. A los 5 años, la lateralización cerebral no se ha completado. O sea, el menor aun no tiene definido cuál es su mano, ojo, pie y oído dominante. Y, como vimos anteriormente, su sistema visual está inmaduro para empezar a realizar tareas complejas como leer y escribir. Su desarrollo motor grueso tampoco está maduro, por lo tanto, su coordinación motora tampoco está apta para destrezas finas. Me explico: cuando el desarrollo motor grueso se completa, entonces se puede desarrollar el motor fino, ya que neurológicamente así es como se comporta nuestro sistema. La fuerza o el tono muscular en las manos tampoco está apta para realizar ese tipo trabajo. Las razones para inscribir los menores a temprana edad en una escuela son muchas y socialmente complejas. En este capítulo no las cubriremos, ya que el tema que nos ocupa es otro.
A lo largo de la etapa escolar elemental, el menor retará su sistema visual según aumenta la demanda visual. Ya a mitad de los grados primarios a los estudiantes se les pide no solo que lean y escriban, sino que memoricen textos, dibujos, números y formas con bastante frecuencia. Este proceso de memorización que usualmente envuelve todas las clases (matemáticas, historia, español, inglés, etc.) tiene un componente visual bien importante. Para recordar algo que se vio hay que utilizar el complejo proceso de memoria visual.
Los niños que no han pasado por las etapas de desarrollo visual apropiado tienden a desarrollar esta habilidad para compensar las deficiencias que tienen en otras áreas. Por ejemplo, hemos visto bastantes casos de niños que no logran aprender a leer en el periodo que se les pretende enseñar. Muchos de esos estudiantes burlan el proceso de leer ya que se memorizan las láminas y le hacen ver al maestro que están leyendo cuando realmente se han memorizado las láminas del libro y algunas palabras; entonces, recitan lo que han asociado visualmente. Son estudiantes muy brillantes, que utilizan su memoria visual y auditiva para compensar un problema funcional visual que no les permite leer.
Existe un gran desconocimiento de lo que es una función visual. Usualmente, un adulto que sospecha un problema visual de un niño, lo lleva a una evaluación regular y en muchas ocasiones escucha que el niño está viendo bien para su edad. Sin embargo, el problema persiste ya que no se auscultó las áreas funcionales del ojo como por ejemplo: movimientos oculares verticales, horizontales, vergencias verticales y horizontales, movimientos de rastreo, capacidad de enfoque, precisión y flexibilidad de enfoque, entre las funciones básicas.
Etapa escolar intermedia
Ya en esta etapa tenemos un preadolescente con mucha energía física y muchas habilidades desarrolladas o compensadas. Si visualmente el estudiante tiene rezago, se puede interpretar como problema de aprendizaje no especificado o como déficit de atención.
A este nivel, se le exige al estudiante realizar lecturas, para luego ser evaluado en su comprensión. La comprensión de lectura requiere concentración visual para mantener la secuencia de lo que se está leyendo. También requiere memoria visual y definitivamente requiere de las destrezas oculomotoras y del enfoque apropiado para realizar la lectura.
La capacidad de enfoque es vital para sumergirse en la lectura. Es necesario un enfoque preciso. ¿A qué me refiero? Si el estudiante está leyendo, debe leer sin perder su lugar en el libro, no debe ver doble, debe mover sus ojos coordinadamente, debe sostener el enfoque en su material de lectura y debe tener flexibilidad para cambiar de un punto de enfoque a otro punto de enfoque. Si este proceso no ocurre, el estudiante puede experimentar leves dolores de cabeza, pesadez sobre los ojos, no termina su trabajo a tiempo, distracciones frecuentes, desmotivación y hasta llegar al punto de abandonar la lectura.
En esta etapa es de suma importancia atender estos síntomas visuales. Claro está, si se hubiesen detectado antes, hubiese sido mejor. Mientras más temprano se detecten y corrijan las deficiencias, mejor será, debido a que el sistema visual está más maleable y su respuesta a los tratamientos será más fuerte y rápida. Existe evidencia científica para decir que el cerebro responde y se modifica a cualquier edad. Por tal razón, las terapias visuales son efectivas aun en adultos. Las terapias visuales son un régimen de ejercicios que se realizan con el propósito de estimular, fortalecer y modificar las funciones visuales para lograr eficiencia en el desempeño del mismo. Como todo régimen de terapias, conlleva disciplina y compromiso de parte del paciente para realizarlas de forma coherente. El tiempo y la frecuencia del tratamiento dependerán del diagnóstico y los resultados que se pretendan lograr.
Los problemas visuales sin corregir en esta etapa pueden ser muy dañinos para el estudiante ya que afectan su autoestima al ver que no puede desempeñar su trabajo al nivel de sus compañeros de clase. Esto puede traer una cadena de eventos que puede terminar en que el estudiante se sienta tan mal que considere abandonar los estudios. Lamentablemente, las pruebas de cernimiento que realiza el pediatra o la enfermera escolar no detectan estas situaciones funcionales. Tampoco se detectan en un examen visual regular. Es necesario realizar un examen funcional para evaluar estas destrezas y recibir recomendaciones de tratamientos.
Etapa escolar superior
Un estudiante que haya alcanzado esta etapa con problemas funcionales sin corregir es generalmente un estudiante con muchos tropiezos en su proceso de aprendizaje. También puede ser un estudiante que ha compensado muy bien sus deficiencias utilizando otras habilidades sensoriales. Observaremos muchos maestros y padres que no se explican por qué cierto estudiante tiene notas que no reflejan su inteligencia ya que es una persona muy brillante.
Las deficiencias en la función visual también se pueden reflejar en el rendimiento deportivo. Por la misma razón, la mayoría de los deportes requieren destrezas visuales coordinadas, precisas, rápidas y flexibles. Algunos habrán sido buenos deportistas de niños, cuando la demanda visual era menor. Según crecieron y el deporte exigió más en términos visuales, su desempeño disminuyó ya que su sistema visual no le acompañó en la tarea deportiva de forma eficiente. Otros habrán tenido la fortuna de compensar sus deficiencias utilizando otros sentidos.
Siempre es buen momento para corregir la función visual. Sin embargo, evitaremos muchas situaciones de aprendizaje si las corregimos durante la etapa elemental. Es usualmente en la etapa elemental cuando el estudiante empieza a manifestar síntomas tales como: quejarse de visión borrosa cuando trabaja con la lectura, expresa que las letras brincan, inclina la cabeza cuando lee, relee líneas, omite palabras y letras, salta líneas sin saberlo, utiliza el dedo como marcador, entre muchos otros. Algunos de estos síntomas pueden persistir aun en la etapa superior si no se atendió la situación.
Un estudiante que haya alcanzado esta etapa con problemas funcionales sin corregir es generalmente un estudiante con muchos tropiezos en su proceso de aprendizaje.
Si sospecha que su hijo está presentando algún síntoma de problemas con su función visual, contáctese con Brain & Vision de PR. Llámenos o envíe un mensaje para sacar una cita y hacerle una evaluación completa. Podemos ayudarle a mejorar su ejecución tanto académica como deportiva.
Autora: Dra. Jovanny Ulloa, O.D.
Hizo su doctorado en la Escuela de Optometría de la Universidad Interamericana de P.R. También posee certificaciones en Neurotecnología y en Visión Deportiva. Ofrece los servicios de visión y óptica, tales como exámenes de la vista, de función visual y deportiva y una variedad de terapias visuales. Su mayor satisfacción es servir a cada paciente con dedicación, amor y compromiso con su salud.